Un buen día te levantas y resulta que han pasado 25 años, pero 25 años ¿desde cuándo? Pues desde que arrancó esta emocionante aventura de dedicar tu vida a rescatar a pequeñajos en apuros. Como podréis imaginar, son muchos miles las adopciones que hemos podido llegar a realizar; todas emocionantes, todas distintas, y con miles de anécdotas que, en ocasiones, bien podrían haber sido extraídas de un film de Groucho Marx.
Desde la primera adopción que llevamos a cabo, siempre dimos máxima importancia a saber muy, muy bien, a quién estábamos entregando ese pequeño. Procurar comprender que el perfil de dicha persona y su estilo de vida, aportaban garantías de poder facilitar a ese pequeño nuevo miembro de su familia, una vida sana, segura, y feliz, hasta el fin de sus días.
Así lo hemos hecho siempre, y continuamos haciéndolo. La experiencia enseña mucho, y el tiempo te doctora. Es por ello que, con cierta satisfacción por una labor presuntamente bien realizada, podemos decir que El Refugio tiene un índice muy bajo de adopciones interrumpidas. Y ello puede deberse, en alguna medida, a la minuciosidad y rigurosidad con la que realizamos los procesos de selección de posibles adoptantes. Tras mantener contactos por correo electrónico y llamada telefónica, las personas que cumplen con lo que entendemos “estándares indispensables”, pasan a realizar una entrevista personal que nos permite poder evaluar con certeza que dicha adopción es óptima. Si es así, en ese mismo momento saldrá por la puerta de nuestro centro de adopción una nueva familia con toda una vida de aventuras por disfrutar. Los testimonios de miles de adoptantes, así lo corroboran.
Pero en la vida se dan todo tipo de circunstancias, y a veces alguno de nuestros pequeños acaban volviendo a nuestros brazos. Y esos brazos, que son como los de una madre, siempre los encuentran abiertos. Si requiebros de la vida han dirimido que esa no es la familia con la que debían continuar, nosotros siempre los recibiremos felices, para volver a tener la oportunidad de ayudarlos una vez más a encontrar “su lugar en el mundo”.