Son tiempos duros, quizás demasiado. Todos los integrantes del equipo de El Refugio queremos expresar nuestra consternación por el sufrimiento al que en estos momentos están siendo sometidos tantos millones de seres en Ucrania. Es muy doloroso. Esperamos que en las mentes y los corazones de los dirigentes de quienes dependa poder encontrar una salida urgente y pacífica para este horrible conflicto, quede aún un ápice de sensatez. Tampoco debemos olvidar que no es el único conflicto que la necesita, y todos generan lo mismo: sufrimiento, pobreza, y muerte.
Para quienes nuestra labor cotidiana se lleva a cabo en el escenario habitual del desastre en toda su gama de intensidades, siempre resulta muy reconfortante comprobar que vivimos en un país en el que, ante cualquier situación catastrófica, el tsunami de solidaridad es impresionante, e inmediato. Ayudar a quienes lo necesitan es un acto que beneficia tanto a quien recibe la ayuda, como a quien la presta. La empatía y la solidaridad nos hacen mejores, como personas, como civilización.
Y hablando de quienes necesitan que les echen una mano, tenemos que presentaros a estos dos diminutos milagros de la vida: Algha y Maná. Son hermanitos y tienen tan solo seis semanas de edad. Como tantos miles de pequeños, ellos también son fruto de una camada no deseada, en un pueblo de la provincia de Salamanca.