Una mañana fría de hace algunas semanas, Martín, un madrileño con el corazón más grande que un roscón, divisó desde su coche a un gatito inmóvil en mitad de la calzada; había sido atropellado por un coche y tenía una de sus patas traseras fracturada. Sin dudarlo, lo llevó a su casa donde lo tuvieron el fin de semana, dándole alimento y reposo. Mientras Martín traía a Odón a nuestro Centro veterinario y empezábamos a darle los tratamientos que necesitaba para recuperarse, en la otra punta de la ciudad, Ana y Sergio comenzaban a disfrutar de su nueva vida con Greta, la gata que acababan de adoptar en El Refugio. Pero no imaginaban que en pocos días conocerían la historia de Odón y no podrían resistirse a adoptarlo, dándole así un compañero a Greta.
Si lo piensas bien, pocas veces un atropello hizo feliz a tanta gente: a Martín por salvarlo, a nosotros por poder rehabilitarlo y a Ana y Sergio por ver crecer su familia con un pequeñín con dos luceros en la cara.