Todos los perrillos tienen gran capacidad para comunicarse con la mirada, pero de vez en cuando aparece uno que te sobrecoge por la sensación de ser una persona metida dentro de un disfraz de perro quien te mira. ¿Te ha pasado alguna vez? A nosotros nos acaba de ocurrir con el precioso Babhú. A este pequeño, con tan solo 10 meses de edad, le ha tocado vivir situaciones verdaderamente lamentables, que jamás deberían producirse. En cualquier caso, su historia debería ser escuchada por todos los amantes de la caza; cuando su actividad es criticada y denostada, entre otras cosas, por el maltrato que algunos cazadores infligen a los perros que utilizan, muchos lo niegan aseverando que “los cazadores quieren muchísimo a sus perros”, pero historias como la que relatamos hoy indican que algunos tienen una extraña forma de querer.
Babhú es un perrito de una raza habitualmente utilizada para cazar. Todos los indicios apuntan a que así fue lo que le ocurrió: una mañana como otra cualquiera, el cazador al que pertenecía lo subió al coche, cargó su escopeta, y se echaron al monte. Babhú debió salir corriendo tras alguna presa (que es para lo que lo adiestraron), y el cazador disparó, descargando el plomo sobre el pequeño perro. El tiro causó un importante destrozo en su patita delantera derecha. Al comprobar el lamentable estado en el que el desgraciado hecho había dejado a su perro, el cazador, se dio media vuelta, echó la escopeta al coche, y se fue por donde vino, dejando a Babhú abandonado y gravemente herido en el lugar en el que cayó abatido.
A pesar de haber tenido un inicio de vida tan terrible y desgraciado, Babhú debe saber que la suerte se quedó a dormir junto a él, porque una persona pudo rescatarlo con vida en la inmensidad de los invernaderos de plástico de Adra, en Almería. Como podrás ver en el vídeo que hay al final de este texto, el equipo veterinario de El Refugio hizo todo lo posible para salvar su patita, pero los daños eran muy graves y finalmente no quedó más remedio que amputarla.