Que las personas y los perros somos seres vivos de características muy diferentes parece obvio. La mayoría de nosotros tenemos una compañera de piso que nos quita la vida y de la cual nos esforzamos por perder de vista, llamada “Rutina” (como si de una señora de pueblo se tratara), que sin embargo a ellos les aporta estabilidad y alegría: haz con tu perro las mismas cosas a las mismas horas durante cada día de todas las semanas de un año, y verás que contento estará.
Las personas tendemos a ser emocionalmente inestables, un día te quiero un potosí, al otro no te hago ni caso y como me pilles con el cable cruzado “si te he visto, no me acuerdo…”. Ellos nos quieren por igual todos los días de su vida sin excluir uno solo. Si sales a la calle cinco minutos a comprar el pan, al volver tu perro te hará un recibimiento que ya le gustaría a Enrique Iglesias volver a tener en la ciudad de Santander…
A las personas no se nos puede proponer cualquier plan para satisfacer nuestra necesidad de entretenimiento, sin embargo a ellos les da exactamente igual leer que tocar el arpa, estar tumbados en el sofá que ir a la compra, o ver un partido de fútbol que salir a hacer running; eso sí, siempre y cuando estén contigo, a tu lado, sin separarse de tu vera un solo instante.
La franqueza es otro rasgo que nos diferencia. Mientras que las personas adultas hemos cursado masters en “Mentirología”, ellos no conocen la mentira y cuando intentan ponerla en práctica les crece el hocico aún más, como a Pinocho, adoptando un rostro de circunstancia realmente gracioso.
Por último, quizás lo que más nos diferencia a los humanos de los perros, es la fidelidad, la lealtad. Los humanos no solo abandonamos a animales, también nos abandonamos entre nosotros; abandonamos padres, amigos, amores, abuelos e hijos. Nos abandonamos incluso a nosotros mismos. Para ellos, sin embargo, nosotros somos lo más importante de su existencia, su referencia máxima, su seguridad, su estabilidad emocional, su absoluta ilusión.
Hagámonos cargo pues, de las responsabilidades que nos corresponden para protegerlos y cuidarlos, y sintámonos privilegiados de poder compartir cada día de nuestras vidas con seres tan maravillosos que hacen que nuestra existencia sea mucho más bonita, dulce y divertida.
Quiere mucho a tu perro y dale un beso muy grande porque hoy, es su día: ¡felicidades!