Cada mañana, tras vestirme, arreglarme y perfumarme para salir a la calle, me coloco frente a un espejo que cuelga en una pared de mi dormitorio, y cepillo mi pelo con suavidad. Repetir a diario esta acción produce siempre en mí el mismo efecto: me siento Jodie Foster en la película “Contact”, viajando a todo trapo por el interior de un agujero de gusano que le llevaba a reencontrarse con su padre fallecido, en algún lugar de una galaxia lejana que tenía la misma apariencia que la playa de Formentera en la que Cristiano Ronaldo atraca su yate cada verano.
En mi caso, me transporta al dormitorio de mi abuelita Lola, en un antiguo chalecito del madrileño barrio de la Guindalera. A los 82 años, una caída le privó de movilidad y pocos años más tarde, la Vida decidió quitarle también la visión. Pero Lola era grande, tenía un corazón como el Puente de Brooklyn, y su buen humor era indomable. Yo entonces era estudiante y acudía cada tarde a verla. Tomábamos un cacao con galletas danesas y escuchaba maravillada las preciosas historias que me contaba de cuando ella era niña, y de cuando era niña yo. Después guiaba su silla de ruedas frente a un espejo que colgaba en una pared de su dormitorio, sobre un tocador que atesoraba sus objetos personales de belleza. Entonces, en silencio, deshacía con delicadeza el moño que recogía su pelo, hasta que su eterna melena platino llegaba a la altura de su cintura (en aquel instante, mi abuelita rejuvenecía 30 años en un solo segundo, como por arte de “birlibirloque”).
El marco del espejo y el mango del cepillo iban a juego con la melena de Lola, eran de plata. Un día, mientras la cepillaba y contemplaba su semblante de felicidad y gustirrinín, le pregunté: “Abuelita, ¿por qué quieres que nos pongamos siempre delante del espejo si no puedes verte?” Sin variar un milímetro su expresión de felicidad, me respondió: “Te pido que nos coloquemos frente al espejo, para que tú puedas ver lo bonita que eres, porque no sé si sabes que tú eres la niña más bonita del Mundo”; y también, porque algún día yo ya no estaré y me gustaría que este espejo sea tuyo y, cada vez que te mires en él, veas también a tu abuelita Lola y recuerdes lo mucho que te quería”.
Yo entonces era una muchacha y escucharla decir que no estaría siempre conmigo me hacía sentir muy triste; pero hoy, cada mañana, al mirar mi reflejo en el plateado espejo, veo a Lola a mi lado con su expresión de gustirrinín y siento un amor muy profundo, que creo que me ayuda a ser mejor persona e intentar ayudar a los demás, todo lo que pueda.
Y eso es lo que quiero hacer hoy, intentar ayudar a alguien que necesita que le echemos una manita. Alguien a quien la Vida ha otorgado un destino similar al de mi abuelita: es la perrita Mary Read; un ser tremendamente especial, tiene 8 mesecitos y fue abandonada en Almería. Tras rescatarla, tenía su ojito izquierdo muy deteriorado por los efectos del glaucoma. Iniciamos un intenso trabajo con los especialistas oftalmológicos pero no fue posible salvar su ojo. Ahora todavía ve por su ojito derecho y sigue con medicación, pero el diagnóstico de los especialistas presume que muy probablemente, con el tiempo pierda totalmente la visión.
La nodriza que la tiene en casa, nos cuenta que jamás ha conocido a una perrita tan amorosa y especial como ella. Es feliz con todo el mundo, niños, adultos, perros, gatos… Estamos buscando a una persona que sea tan especial como ella, alguien que le quiera hacer el regalo que me hizo mi abuela: colocarse hoy a su lado frente a un espejo, para que pueda mirar en él, y ver el rostro de la persona que la adoptó y le dio la oportunidad de tener una vida segura y feliz; así, cuando cada mañana suba a tu cama para cubrirte de besos y amor, su ceguera no le impedirá ver que tú eres, y serás siempre, la persona más hermosa del Mundo.
Si tienes un espejo y quieres adoptar a Mary Read, escríbenos un e-mail a adopta@elrefugio.org
Si no puedes adoptarla, por favor, ayúdanos compartiendo su caso, es urgente encontrar un hogar para ella. ¡Seguro que entre todos lo conseguimos!
¡¡Abrazos para todos, salud y muuucha Vida!!
Si te parece bonita nuestra labor y crees que merecería la pena echarnos una manita para poder continuar salvando la vida a perrillos y gatetes abandonados y maltratados, te recordamos que puedes hacerte socio de El Refugio desde tan solo 3€ al mes: ¿Te animas?: https://elrefugio.org/hazte-socio