Doscientas carreteras mojadas, cien lunas rotas, quinientos pies ausentes y dos candelas en los ojos que nunca dejaron de brillar. Dos destinos que ignoraron que las paralelas se pueden cruzar, por mucho que la matemática lo prohíba. Aquí están, Hiba y Mariachi, juntas, queridas, a resguardo de todas las alarmas.
Gracias Ana, Carmen e Ismael por seguir haciéndonos creer que casi todo es posible. Seguimos persiguiendo el mismo cielo para Inda y Lito, la corta e intensa historia de una madre y un hijo que desean seguir juntos.
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