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Adonde tú estás, yo iré.

30/11/2021

Así comienzan muchos de los rescates que os relatamos. ¡Clinck! Llega al WhatsApp la foto de un perrete, junto a los siguientes datos: “Macho. 1 año. Ubicación - Cáceres. Vida en peligro - Rescate urgente”. 
 
Para que la labor de El Refugio sea eficiente, son necesarios equipos de trabajo específicos para la coordinación de las distintas áreas que componen nuestra actividad. Una de ellas es la gestión de todas las peticiones de ayuda que recibimos a diario desde distintos puntos de España. A todas las personas que comunican con nosotros a través de teléfono o WhatsApp, les pedimos que por favor nos escriban un e-mail a escribe@elrefugio.org describiendo el caso para el que requieren ayuda, con el mayor detalle posible: estado físico del pequeño, fotografías (si las tienen), ubicación exacta, y datos personales de quien solicita la ayuda. A partir de ese momento comienza el trabajo de evaluación. Poder rescatar a ese pequeño, depende de que se hayan producido adopciones que nos permitan recibir a nuevos miembros de la familia de El Refugio, en nuestro centro de adopción.
 
Recibir esa foto significa que tenemos luz verde para ir a rescatar a ese pequeño. Lo primero es ponerle nombre. Comienzo a mirar fijamente su foto, mientras dejo la mente en blanco intentando conectar con él para saber quién, y cómo es. Al cabo de unos segundos, suele aparecer un nombre en mi pantalla mental; en este caso: “Mólowyn”.  
 
Mólowyn se encontraba en un entorno en el que su vida estaba corriendo serio peligro, y una vecina de la zona, conocedora de su situación, contactó con nosotros a través de una colaboradora nuestra, Ana, para ver si podíamos salvarlo. Todo esto ocurre una tarde, hace pocos días. Lo indicado era emprender viaje a la mañana siguiente, pero dado que las previsiones meteorológicas alertaban de un fuerte temporal de nieve, decidimos viajar esa misma tarde para hacer noche en la zona del rescate, evitando así  posibles cortes de carretera que nos impidiesen tener al pequeño Mólowyn entre nuestros brazos cuanto antes.Para ello,utilizamos lafurgoneta camperizada de un compañero del equipo. Esta “casita sobre ruedas” es una gran ayuda cuando realizamos rescates a larga distancia. Hacer noche en la zona donde se encuentra el pequeño, nos facilita poder trabajar en mejores condiciones, evitando, además, incurrir en gastos de alojamiento.

Adonde tú estás, yo iré.
Adonde tú estás, yo iré.
Durante el trayecto, los paisajes se funden con mis pensamientos. Los colores del otoño son como puntadas de lana sobre el hermoso tapiz que alfombra las laderas y valles que atravesamos. Pienso sin parar en el pequeño al que vamos a rescatar; pienso en lo dura que habrá sido su vida, y lo cerca que se encuentra de empezar a cambiarla. Es importante ser consciente de las cosas que haces a diario en tu vida, de todas y cada una de ellas, por intrascendentes que puedan parecer. Cada vez que rescatamos a un pequeño de morir tras haber llevado una vida miserable, siento que posiblemente nunca podré hacer nada mejor. Consigue que mi vida cobre sentido por sí misma. No hace falta que yo se lo busque (ya lo tiene). Podría morir en ese mismo instante, y lo haría tranquilo, sabiendo que tan solo por eso, ya todo habría merecido la pena.
 
Llegamos a las inmediaciones del pueblo, y decidimos acampar en lo alto de un cerro desde el que se divisaba todo el valle. El sol acariciaba el horizonte, mientras nosotros, sentados sobre un risco, con un tazón de sopa caliente entre las manos, comenzamos a escuchar un coro de perros que se ladraban en la distancia, desde unas fincas a otras. Y yo pensaba: “¿Serás tú, Mólowyn, alguno de esos perros que ahora ladra? Quizás ya sepas que estamos aquí; quizás puedas ya sentirnos cerca de ti…”.
Adonde tú estás, yo iré.
Dormir bajo un espeso manto de estrellas envueltas en silencio de bosque, nos proporcionó un descanso inmejorable. Pilas a tope, rico desayuno a pie de furgoneta, y en marcha: ¡a por Mólowyn! Nieves es la chica que conoció la realidad de este bombón, es la persona que realmente lo ha salvado de morir, y quien ha propiciado que se produjese el maravilloso momento de tener a Mólowyn entre nuestros brazos.
Adonde tú estás, yo iré.
¡¡Ya está a salvo!! Ya estamos tranquilos. A partir de ahora todo serán mimos, y cariños, y cosas bonitas. Todo lo malo, quedó atrás. Mólowyn es súper cariñoso, apenas tiene un añito y nos mira con una mezcla de alegría y alivio, porque sabe perfectamente lo que hacemos allí.
 
Antes de emprender el viaje de vuelta, estuvimos disfrutando en aquella soleada pradera, de un buen rato de caricias y charla relajada. Al cabo de pocos minutos, Mólowyn ya era uno más de la familia, y así nos lo hacía sentir.
Adonde tú estás, yo iré.
Adonde tú estás, yo iré.
Al final hicimos bien en adelantar el viaje, ya que a la vuelta todos los colores habían sido cubiertos por un gélido manto blanco. La nieve no impidió que lográsemos nuestro objetivo: traer con nosotros a esta preciosidad de Border Collie de un añito de edad, muy cerca de quien va a ser su verdadera familia.
Adonde tú estás, yo iré.
Y habrá ahora mismo muchas personas que estarán diciendo: Por favooor, ¿¿qué tengo que hacer para adoptarlo?? Pues muy fácil: escríbenos a adopta@elrefugio.org adjuntando un teléfono de contacto y nosotros te llamamos.
 
Mólowyn: ¡qué placer más grande conocerte y poder disfrutarte! Pronto estarás en casita. Gracias a Ana, gracias a Nieves, y gracias a todas las personas que nos ayudáis a cambiar las trayectorias de vida de tantos seres maravillosos, que no merecían nada de lo que estaban viviendo.
 
¡¡Abrazos para todos, salud, y muuucha vida!!
Adonde tú estás, yo iré.
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¡Miles de pequeños que han sido abandonados, te lo agradecerán eternamente!
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