Nimuru & Cocoa: dos enanitas buscan familia.
21/08/2019
Si hay una cosa que nos gusta por encima de cualquier otra, es poder contaros historias bonitas; historias que os llenen de esperanza y de ganas de seguir creyendo en que merece la pena luchar por defender aquellas cosas que estimamos realmente importantes, como lo es la vida.
Sin lugar a dudas, la de Josué es una de esas historias bonitas, que nos dibujan media sonrisa en la boca y dos brillantes en los ojos. Chiclana, Cádiz. Un muchacho llamado Josué camina por una carretera comarcal en dirección a su hogar. De pronto, proveniente de unos matojos del arcén, le parece escuchar un prolongado quejido, como si un ser diminuto hubiese percibido su presencia y le pidiese ayuda de forma desesperada, asumiendo que quizás este pudiera ser su último tren. Al apartar las matas descubrió a dos minúsculas perritas, temblorosas, quejumbrosas, agarrándose a la vida con uñas, pero sin dientes.
Josué se estremeció al cogerlas entre sus manos, y siguiendo un arcaico instinto residente en su ADN, las introdujo por dentro de su camiseta y las abrazó apretándolas contra su cara. Para las pequeñas, de dimensiones similares a dos peritas de San Juan, el potente tambor que repiqueteaba dentro del templado pecho del muchacho, ejerció un inmediato efecto calmante. Mientras, una vocecita tan pequeña como ellas, susurraba: “ya pasó, ya pasó, ya pasó”.
Paso ligero, Josué iba orquestando en su mente el operativo que debería llevar a cabo para poder cuidar de las pequeñas adecuadamente. Bajo el techo de su hogar, el chico convive con sus padres, su hermana Zamara, y dos pastores alemanes tan fieles como serios. Él sabía que la llegada de aquellas dos miniaturas vivientes podría recibir una bienvenida no demasiado calurosa, por lo que decidió habilitar un corral situado en su parcela, para acabar transformándolo en un confortable resort fortificado, que garantizaría el bienestar de las pequeñas hasta encontrar una solución para ellas.
Los días fueron pasando y Josué valoraba una a una las escasas opciones que se le planteaban para el futuro de las perritas, pero no terminaban de transmitirle la seguridad y confianza que él demandaba para ellas. Fue entonces cuando, una vez más, apareció “El Destino” con su alforja repleta de caprichos, haciendo coincidir en Chiclana a Josué con un miembro del equipo de El Refugio que casualmente pasaba allí unos días de descanso.
El resto de la historia, ya lo podéis imaginar… Solo podemos deciros que en dos océanos, habrían cabido las lágrimas que los ojos de Josué derramaron en el momento que tuvo que separarse de “Nimuru & Cocoa”. Nos imploró que le enviásemos fotos para conocer a la familia que las adoptase. Lo expresó de esta forma porque entendemos que en lo más profundo de su corazón, no quería que las separásemos.
Ojalá podamos cumplir el deseo de Josué y encontremos a una familia que quiera adoptarlas juntas. La verdad es que son buenas candidatas para una adopción doble porque van a ser de tamaño más bien pequeño, y su carácter no puede ser más dulce y bondadoso.
Así que, Josué, por intentarlo que no quede. Te lo mereces, a tus 14 años, por ser un ejemplo de compromiso con la protección y el amor a los animales, además de un potente rayo de esperanza para el género humano. Ojalá tu generación haya conseguido evolucionar hacia la absoluta abolición del odio, el maltrato y el abandono, para siempre.
Así que ya sabéis, si alguien estaría dispuesto a adoptar a estas dos preciosidades, que nos escriba un e-mail a adopta@elrefugio.org adjuntando un teléfono de contacto, nosotros llamamos.
Nimuru & Cocoa, nos sentimos muy afortunados de teneros con nosotros y sabemos que muy pronto estaréis en casa.
¡¡Abrazos para todos, salud y muuucha Vida!!