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BENITA, UNA VIDA ENTRE CHATOS Y CARTUCHOS

14/11/2019

Que un pequeño pueblecito de la provincia de Guadalajara reciba el nombre de Gárgoles de Arriba, puede resultar sorprendente. Según Wikipedia, “algunas de las costumbres de las gentes de Gárgoles de Arriba, son la caza y la producción artesanal y no comercial de vino en cuevas excavadas en el terreno tobizo sobre el que se encuentra buena parte del pueblo”.
 
Puede pues que no resulte nada sorprendente que un buen día aparezca deambulando por el pueblo una perrita abandonada recién parida, y hombres del pueblo se líen a palos y pedradas con ella, por el simple hecho de que les fastidie su presencia.
 
Lo que no solo resulta sorprendente, sino también fascinante, es que una vecina con ocho décadas de vida a sus espaldas, al ver estas escenas de maltrato, coja a la perrilla, la refugie en su casa y comience a alimentarla y darle cariño. Benita, que así se llama esta adorable mujer, ni corta ni perezosa, entra en internet, busca “Protectora El Refugio”, nos encuentra, nos llama, nos cuenta su historia, y nos roba el corazón. Nos conocía desde hacía tiempo por noticias nuestras que vio en televisión, y confiaba en nosotros. ¡Había que hacer todo lo posible por ayudar a Benita!
 
Nos desplazamos hasta Gárgoles de Arriba y nos encontramos con una mujer tan honesta como la Tierra. Sencilla y sincera, Benita nos cuenta que ha querido a los animales desde chica, que tuvo perrillos siempre, y que se hubiera quedado gustosa con la perrita, pero que últimamente ha estado pachucha y no se encuentra con fuerzas.
 
Puesto que ella la había salvado, le dijimos: ¿qué te parece si llamamos a la perrita “Benitinha”? Ella sonrió cerrando sus ojillos, dijo “me parece muy bien, Benitinha”, y se agachó para dar un besito a la perra en su cocorota.
 
A los cinco minutos de estar sentados hablando con ella, escuchamos los gritos de un hombre que comenzó a increparnos en la distancia; los sapos y las culebras salían de su boca en fila ordenada de a dos. Entendimos que era una especie de invitación a marcharnos, y que si no lo hacíamos con celeridad, las piedras y los palos podían comenzar a caer, como tormenta de verano, sobre nuestras propias cabezas.
 
Si somos sinceros, no nos resulta nada sorprendente que a personas para las que los animales son bichos a los que se les puede hacer de todo en cualquier momento, sin importar un pimiento nada, les resulte irritante que se planten en su pueblo unos energúmenos que, no solo piensan que los animales tienen sentimientos y derechos, sino que además se dedican a protegerlos, y denunciar a aquellos que los maltratan. ¡Normal!

BENITA, UNA VIDA ENTRE CHATOS Y CARTUCHOS
No sé si fue la rabia o la aflicción la que ordenó a mi pie derecho pisar a fondo el acelerador que nos sacase de allí, como un transportador de materia que nos permitiera atravesar esa especie de oscura placenta en la que Benitinha había estado cautiva desde que nació, para salir a otra dimensión en la que el aire respirable no contuviese partículas de pólvora, ni alcohol; tan solo de oxígeno. Y lo hicimos, tristes por dejar atrás a una mujer tan buena, sola en mitad de un inerte bosque de hombres de pedernal.
 
Cada vez que miraba por el retrovisor del coche, encontraba la mirada de Benitinha, lánguida y dulce, resignada y yo qué sé qué más… Y tras ella, veía el pueblo, que junto a todo el dolor que le había causado, se iba haciendo a cada segundo, a cada kilómetro, más y más pequeñito, hasta desaparecer en un horizonte en que ni si quiera el olvido querría pernoctar.
 
Siempre que rescatamos a un perrillo y veo esa mirada en el retrovisor, cuando ya sabe perfectamente que te lo llevas lejos de una vida alicatada de miedo hasta el techo… daría todo lo que no tengo por saber qué está pensando en ese momento, qué me está diciendo con sus ojillos… ¡lo daría todo!
BENITA, UNA VIDA ENTRE CHATOS Y CARTUCHOS
Benitinha es una perrita excepcionalmente buena y cariñosa. Tiene seis añitos y será sin lugar a dudas, la alegría y la felicidad absoluta de la familia que decida adoptarla. Sus ojos lo dicen todo. Mírala, es posible que si le aguantas la mirada durante cinco segundos, ya hayas comenzado irremediablemente a quererla…
 
Adoptarla es tan sencillo como escribirnos un e-mail a adopta@elrefugio.org adjuntando un teléfono de contacto para que te podamos llamar ¡y ya está!
 
¡Gracias, Benita, por tu enorme corazón, y bienvenida a casa, Benitinha!
Abrazos, salud y muuucha Vida.
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