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Las historias bonitas han vuelto.

22/05/2020

Corría el mes de septiembre del año 2019. Las personas podíamos desplazarnos libremente a lo largo y ancho de nuestro territorio sin llevar mascarilla ni lavarnos las manos constantemente, y apretando abrazos a diestro y siniestro. Aquellos días del final de verano eran cálidos aún, sobre todo en la provincia de Almería, destino al que nos encaminábamos para ir en busca de Lionel (un precioso perrito pastor, víctima del abandono, al que hubo que amputar una de sus patitas traseras).
 
Pocos minutos después de haber podido abrazar a Lionel por vez primera y caer rendidos a sus seductores encantos, sonó nuestro teléfono. La llamada la realizaba un ángel. Me explicaré. Que Almería es un territorio con un muy elevado índice de abandono y maltrato animal, no es nuevo. Que en muchas comarcas de la provincia existen pequeñas legiones de ángeles que se desviven por salvar de una muerte tenaz al mayor número posible de animales en apuros, ya lo hemos relatado en alguna ocasión. Y también matizamos que la gran mayoría de ellos son “ángelas”, puesto que su sexo es femenino.
 
Bien, esa llamada de auxilio la hacía una de estas “salvadoras si alas”, solicitando ayuda para un perrete al que había conseguido rescatar de un entorno en el que su vida corría serio peligro. Su estado de salud era precario y de no recibir ayuda urgente, sus posibilidades de salir adelante eran escasas. A la mañana siguiente, con Lionel ya a nuestro lado, fuimos a su encuentro. Cuando la chica abrió la puerta del patio en el que lo custodiaba, apareció ante nosotros un perro grande, negro, flaco, con carencia de pelo y abundancia de eczemas en algunas partes de su piel. Nada más vernos, se dirigió hacia nosotros tambaleándose, con la cabeza baja y la lengua fuera, pero una expresión de sorpresa y alegría en la mirada. Me pareció como si fuese el mismísimo Groucho Marx el que se nos acercaba, diciéndonos con su habitual socarronería: “¡Resulta maravillosamente paradójico lo bien que me han encontrado ustedes y lo mal que me encontraba yo hasta el preciso momento de nuestro encuentro!”.

Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Fue como si lo supiese todo. Como si alguien le hubiese explicado que aparecerían dos personas que lo subirían a un coche en el que habría otro compi en situación parecida a la suya, en el que realizaría un viaje de medio millar de kilómetros para acabar en manos de un equipo de veterinarios que ya no lo soltaría hasta que su cuerpecito albergase la salud de cien manzanas Reinetas.
Las historias bonitas han vuelto.
En la franja meridional del continente africano, dentro de una vasta extensión de territorio que se extiende desde el litoral del Golfo de Guinea hasta la desembocadura del río Yuba en Somalia, habitan los Bantú; más de 400 grupos étnicos de pueblos melanoafricanos, entre los que se encuentran los Bakuba, los Lingala, o los Kikuyu. 
Dos características los unen desde hace siglos: su inquebrantable y arraigada nobleza, y la impenetrable oscuridad del color negro de su piel. La primera vez que, ya recuperado, volví a ver a nuestro perrete y se plantó frente a mí tan honesto, estirado y negro, pensé: “te llamarás como la noble estirpe de piel oscura que mora en el corazón de África; tú te llamarás Babantú”. En ese momento, él abrió la boca, sacó la lengua y me guiñó un ojo, como diciendo: “¡vale, me gusta Babantú!”.
Las historias bonitas han vuelto.
Mayo de 2020. Apestando a gel hidroalcohólico, conduzco mi vehículo con una mascarilla en la cara y un salvoconducto en la guantera, que me permite desplazarme hasta el domicilio en el que me esperan Babantú y la familia que lo acaba de adoptar. Por supuesto cuando abran su puerta no podremos abrazarnos. Quizás puede decirse que los humanos estamos ahora bastante peor que cuando rescatamos a Babantú hace 9 meses, pero lo que es innegable es que ¡Babantú está infinitamente mejor que entonces!
Las historias bonitas han vuelto.
Celia es una joven psicóloga que acaba de incorporarse a su primer trabajo, y la vida ha querido que sea en una residencia para mayores. ¡Bonito! Ella y su encantadora madre, Lola, tuvieron la gran amabilidad de compartir conmigo casi una hora de agradable conversación, a la sombra del maravilloso jazmín que preside el centro de su jardín. ¡Babantú está tan a gusto que debería llamarse “Pachá”! Viendo la calidad humana de esta familia y lo mucho que lo quieren, me nace decir que son la mejor familia que Bantú podría tener.
 
Quise hacer algunas fotografías que pudieran transmitir lo que os relato, y dicen que una imagen vale más que mil palabras. Ojalá que así sea…
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Las historias bonitas han vuelto.
Para todos los que formamos el equipo de El Refugio es muy emocionante poder publicar casos como el de Babantú, en los que se aprecian todas las etapas que vamos superando desde que rescatamos a un pequeño, conseguimos rehabilitarlo y logramos encontrar a la familia con la que disfrutará de una vida sana, segura y feliz. En esos procesos participamos los equipos de todas las áreas de nuestra organización: el equipo de nuestro centro veterinario de Madrid, nuestra red de hogares de acogida, el equipo permanente de cuidadores de nuestro centro de adopción de El Espinar, y el equipo que gestiona la comunicación con los posibles adoptantes.
Las historias bonitas han vuelto.
Un trabajo coordinado y paciente, que con el tiempo (en este caso 9 meses) obtiene un resultado tan maravilloso como el que estáis viendo. Nos sentimos muy orgullosos de todas las personas que nos ayudáis a construir futuro para seres tan nobles y bellos como Babantú: ¡¡gracias socios, donantes, voluntarios, followers y, en general, buena gente!! Sois lo mejor.
 
¡Enhorabuena Babantú, ya estás en casa, sé muy feliz!
¡¡Abrazos para todos, salud y muuucha Vida!!
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