Conozco a una mujer que un día me contó que en los momentos difíciles de la vida en los que parece que el consuelo se ha ido de viaje, en los que las lágrimas no salen ni hacia dentro, su gato aparecía de donde parecía no estar, para subir en su regazo y permanecer al arrullo de sus piernas durante horas. Esa mujer es mi madre, y todavía hoy, muchos años después de que su gato haya partido, compartiendo una taza de café, entre lágrimas me cuenta lo que ahora comparto con vosotros.
Alguien nos ha dicho que hoy es el Día Internacional del Gato, seguro que los que tenéis el privilegio de compartir, o haber compartido vuestros días con un gatito, os emocionaréis al leer estas palabras y mirar o recordar esos ojos tan hermosos, profundos, silentes e hipnóticos. Para todos vosotros, hoy: ¡muchas felicidades!
Cuando lleguéis a casa, compartid con vuestros gatitos los preciosos cinco minutos y cuarenta y dos segundos que dura este tema.
